shutterstock_229270690

El 12 de diciembre, los ciudadanos británicos acudirán a las urnas por tercera vez desde 2015, mientras el país lucha por asimilar las repercusiones del referéndum de 2016 sobre su permanencia en la Unión Europea.

En los tres años transcurridos desde la consulta popular, la preocupación de las empresas del Reino Unido por la falta de claridad ha ido incrementando. La inversión en el Reino Unido se ha estancado y no ha registrado un crecimiento real desde el segundo trimestre de 2016. Sin embargo, la tasa de desempleo se redujo hasta alcanzar un 4 % entre marzo y mayo, el índice más bajo desde mediados de la década de 1970, y el mercado laboral se ha fortalecido significativamente desde el referéndum. No solo ha aumentado la tasa de empleo, sino que, además, se ha registrado un crecimiento en los puestos de trabajo a tiempo completo, mientras que los de media jornada se han reducido desde 2016.

A medida que se aproximan las elecciones del 12 de diciembre, los votantes tendrán que elegir entre:

• La promesa del Partido Conservador de alcanzar un acuerdo con la UE que reciba el respaldo preliminar del Parlamento y haga salir al país del Mercado Común y la Unión Aduanera.
• Un compromiso laborista de renegociar el acuerdo con la UE que incluya la opción de permanecer en la Unión Europea, para después someterlo a una segunda consulta popular.
• La promesa del Partido Liberal Demócrata de cancelar el artículo 50 y de que el país continúe siendo miembro de la Unión Europea.
•El partido Brexit prometía una salida limpia de la Unión Europea, sacando al país de mercado común y del mercado común aduanero, en un probable escenario sin acuerdo.

Las formaciones más pequeñas, como el Partido Nacional Escocés y el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, que se han opuesto anteriormente al acuerdo del Partido Conservador, pueden desempeñar un papel importante en la constitución de un gobierno si un solo partido no obtiene suficientes escaños para lograr una mayoría.

En un sorprendente giro, el líder del Partido Brexit, Nigel Farage, acordó no presentarse como candidato en ninguno de los 317 escaños que los conservadores ganaron en 2017, en un intento por tomar escaños de las áreas obreras y apoyar a los conservadores, comprometidos con la salida de la Unión Europea.

La elección, la primera, que se celebrará en diciembre, desde 1923, ahora se reduce a algunos factores clave. Con el partido Brexit ahora alineado con los conservadores, al no estar en ninguno de los asientos Tory de 2017; ¿Podrán los conservadores ganar suficientes escaños de los laboristas y los demócratas liberales, para ganar una mayoría o un parlamento dividido dará como resultado una coalición del Partido Conservador-Brexit? Y, si los laboristas y los demócratas liberales, con sus posturas de “permanecer”, se ganan a los partidarios en las zonas conservadoras más ricas del Sur, mientras se aferran a sus escaños en las áreas que votaron en “decidir” en el referéndum.

El resultado de las elecciones (las primeras que se celebrarán en diciembre desde 1923) dependerá de una serie de factores: de si los conservadores ganan partidarios de la salida de la UE en los escaños laboristas, principalmente los de las Midlands y el norte del país; de si el Partido Liberal-Demócrata consiguen partidarios de la permanencia en la UE en los distritos conservadores más ricos del sur; y de si los jóvenes, inspirados por la aparente amenaza para sus futuros, acuden en masa a las urnas para derrotar al Gobierno.

Serán las elecciones más reñidas y dramáticas de toda una generación.